martes, 8 de septiembre de 2009

Cortes y Recortes

(Para Rucoardo Curiel, ¿Amigo? ¡Qué va! ¡Hermano!, ínclito Abogado y gentil Maestro, entregado con devoción al Servicio Público, pero al de de veras, con todo y su austeridad)

Desde el miércoles pasado, el Presidente Felipe Calderón ha estado enviando mensajes a la población. El de aquel miércoles contenía diez, diez puntos que definirían la estrategia que se pretende implementar en esta segunda mitad de su sexenio. El día lunes se anunció la partida de tres funcionarios de alto nivel dentro de la Administración Pública Federal, El Director de Petróleos Mexicanos, el Secretario de Agricultura y del Procurador General de la República.

En el mensaje del martes, trata de exponer a la ciudadanía el plan que ha ideado para hacer frente a la grave crisis que enfrenta el Gobierno Federal, causado por el boquete presupuestal que rebasa nada más y nada menos que la cifra de trescientos cincuenta mil millones de pesos. Ya durante los últimos días se ha difundido una noticia que le pone los pelos de punta a cualquiera, ya que el Gobierno Federal pretende disponer de las reservas del Instituto Mexicano del Seguro Social, que si bien ya estaban en crisis por la constante devaluación de la moneda, también hay que restarle las aportaciones obrero patronales que el Instituto ha dejado de percibir, provenientes de las innumerables empresas que han cerrado sus puertas por causa de la crisis que vino de fuera. Un mal manejo de estos recursos tendría consecuencias desastrosas para la clase trabajadora de México, ya que pondría en riesgo el futuro de actuales y futuros pensionados, así como el funcionamiento, de por sí deficiente, de los servicios públicos de seguridad social.

Creo que, por fin, el Gobierno Federal puede percibir la terrible realidad, o al menos una parte de ella. Durante los sexenios de Ernesto Zedillo y Vicente Fox el presupuesto ascendía a la cantidad de un billón de pesos. El del año corriente se triplicó a la majestuosa cantidad de tres billones de pesos de presupuesto, tres millones de millones de pesos. Yo me pregunto, y posiblemente Usted… ¿Cómo se financia un presupuesto de tales magnitudes? Pues con excedentes petroleros combinados con deuda. Eso es fácil de entender y explicar. ¿Y en qué se pudo gastar tanto dinero? Una cosa es evidente, el dinero no fue destinado a la inversión, a la obra pública. Vamos, ni siquiera el tan pretendidamente anunciado proyecto de refinería, del que se tenía tanta premura por conseguir a la voz de “YA” los terrenos sobre los cuales se edificaría. ¿Entonces? Pues el dinero se fue en gasto corriente (tal y como lo ilustra de manera sencilla y contundente Diego de Alba en su Numeralia relacionada con el gasto, nada corriente, sino que muy fino, de los Pinoles) y la manutención del obeso e ineficiente aparato gubernamental.

(La Atlántida… o la Isla Bermeja aparecía en los mapas que fueron trazados en el orto de la colonización del continente americano, y misteriosamente desapareció en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de Manuel Ávila Camacho. Supe que se han hecho numerosas expediciones que parten en busca de este territorio clave, dicen que sin ningún éxito. El reciente descubrimiento de un rico yacimiento de petróleo hecho por la inglesa British Petroleoum (no por PEMEX), y sólo comparable por el similar también reciente hecho en Brasil, pone en camisa de once varas a nuestro país, pues surge la duda de que este depósito efectivamente se encuentre en aguas mexicanas. El ahora ausente cayo extendería el territorio mexicano cincuenta y cinco millas, lo suficiente como para reclamar el yacimiento que por lo pronto no es de los mexicanos).

La directriz del Gobierno Federal me recuerda al estereotipo de la persona, que habiendo abusado de la abundancia del fin de año, no sabe cómo bajar los kilos de más ni sabe de dónde sacar dinero para asumir sus viejos y nuevos compromisos. El país se encuentra endeudado y los precios del petróleo van a la baja y seguirán así, a menos de que la OPEP se saque un mágico as de la manga en su próxima reunión. En un intento desesperado de reivindicación, este martes se anuncia la supuesta desaparición de las Secretarías de la Función Pública, Turismo y Reforma Agraria.

La desaparición sólo será de nombre. Los empleados de estas dependencias, especialmente los de base, serán absorbidos por otras Secretarías y el anuncio de una nueva Contraloría General, que absorberá las facultades de la Secretaría de la Función Pública y sería dependiente directamente de la Presidencia de la República, confirma la continuidad de la duplicidad de funciones con la Auditoría del Congreso de la Unión. Creo que sería acertada la implementación de una Secretaría de Asuntos no Prioritarios que pudiera absorber las facultades de estas dos dependencias, y muchas otras.

Se estima que sumados todos estos ajustes, el recorte en gasto ascendería a los ochenta mil millones de pesos, pero por si fuera poco, lo anterior seguramente vendrá con un aumento de impuestos, del que mucho se rumora pero poco se sabe ciertamente. Esperemos sin mucha ansia, a fin de cuentas, serían por lo menos doscientos mil millones de pesos que serían financiados, nuevamente, por el pueblo mexicano, para no variar lo parejo de la tijera.